Alejandro Campins

Los muertos vivientes.

Por Yornel Martínez

 

“Los muertos vivientes”, por Yornel Martínez. Texto para la exposición Ciudad de los muertos, Galería Servando, Mayo 2015.

Los hombres viven su muerte y mueren su vida.
Heráclito

Nunca una época ha sentido la muerte de forma tan unidimensional como la nuestra. Sin embargo, no queremos tener nada que ver con ella. La muerte ha pasado a ser un tabú eficaz de nuestras sociedades y, por ello, una de las fuentes más importantes de manipulación ideológica.

En estas obras de Alejandro Campins (Manzanillo, 1981) el motivo persiste como único recuerdo del viaje. Son imágenes sacadas de fotografías tomadas por él mismo, donde se puede sentir la pesadumbre de tener que dejar la ciudad después de sólo haberla rozado con la mirada. Estas pinturas pudieran funcionar además como crónicas de viaje* y sus paisajes atemporales como fragmentos de memoria: la materia iluminada por esa chispa de recuerdos.

Su trabajo más reciente se orienta hacia la tradición de la pintura y la manera en que artistas como Caspar David Friedrich, Anselm Kiefer o Giorgio De Chirico han interpretado y traducido el paisaje. El poder de la pintura aquí nos lleva a mirar nuevamente la superficie para encontrar allí una grieta, un desdoblamiento genérico, un cuestionamiento a la representación misma. La arquitectura de la imagen parece ser sostenida aún por esos pequeños fragmentos, esa ausencia casi metafísica que evocan los cuadros para tejer una narración fragmentada y crear una vaga inquietud. Su visión no tiene nada que ver con la necromancia, no trata de hacer consideraciones morbosas; tampoco exalta lo esotérico y misterioso representando escenas nocturnas, tormentas o fantasmas. Sin dramatismos, Campins constata el hecho y participa de esa ciudad múltiple, la de los vivos y la de los muertos.

* En el romanticismo se cultivó el género de los libros de viajes con extraordinario entusiasmo por lo que ofrecía de exotismo e idealización. Una vez concluida casi definitivamente la exploración del planeta y con el nacimiento creciente del turismo de masas, quedó asfixiada la figura del viajero. Quizás esto haya servido para que las impresiones de los viajes adquirieran, en la historia de este género, un matiz distinto y se alejaran progresivamente de la forma tradicional del reportaje empírico.

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