Alejandro Campins

Lapse.

Por Kristine Roome

 

“Lapse – Primera expo personal de Alejandro Campins en Estados Unidos en Sean Kelly”, por Kristine Roome. Arte Fuse, 19 de febrero, 2016.

¿Cómo sentirse cuando el mundo está cambiando todo a tu alrededor? ¿Cómo capturas un lugar en un momento determinado? El artista residente en La Habana Alejandro Campins (nacido en 1981, en Manzanillo, Cuba) trae respuestas a estas preguntas en su primera expo personal en Estados Unidos, titulada “Lapse” y abierta al público en la galería Sean Kelly de Nueva York.

De acuerdo, ningún lugar permanece siempre igual, pero con vuelos comerciales directos por primera vez hacia La Habana y emprendedores consumidos por la impaciencia de proveer lujosos hospedajes y productos norteamericanos para la afluencia de turistas que aguardan, pudiera decirse que Cuba está deviniendo un epicentro de cambio. Curiosamente, pese a uno esperar una frenética transformación, las pinturas de técnica mixta (óleo, acuarela y lápiz) de Campins, poseedoras de una exquisita factura, son de hecho sorpresivamente hermosas y transmiten una inmensa calma. Ellas no solo recrean el cambiante paisaje cubano en un sentido literal, sino que logran capturar el ánimo, la esencia, de cómo se siente vivir en una utopía fallida, en un lugar repleto de demasiada transitoriedad.

El apuesto, ecuánime y joven artista explica: “Cuba es un lugar donde la idea de lo efímero se manifiesta a sí misma todo el tiempo”. Sus paisajes –continúa diciendo– son como “un espejo dentro de las mentes de las personas que están rodeadas de lo transitorio por todas partes”. Aunque están marcadas por el misterio y no se hallan contextualizadas; a partir de títulos como “Secreto”, “Frozen”, “Bunker” y “Suspense”; las pinturas expuestas están basadas en sitios reales. El artista acostumbra tomar fotos de espacios urbanos y rurales alrededor de la Isla, pero cuando regresa a su estudio no pinta la imagen tal cual, sino el espíritu del lugar.

Campins es graduado de la Academia Profesional de Artes Plásticas “El Alba” (Holguín, Cuba) en el año 2000 y de la Universidad de las Artes (ISA, La Habana, Cuba) en 2009. Con un 99.8%, Cuba tiene uno de los más altos niveles de alfabetización en el mundo y las escuelas de arte ofrecen una vasta y rigurosa instrucción. En pocos años, Campins ha desarrollado una carpeta impresionante de exposiciones individuales en Cuba y España, así como se ha destacado internacionalmente en bienales en El Cairo y Lisboa y a escala nacional en la Bienal de La Habana. En el año 2015, fue nombrado finalista por la Fundación Farber en opción al premio de Artista Cubano del Año. Sin embargo, la presente es su primera expo personal en Estados Unidos.

Queda claro entonces que Campins es un increíble y calificado pintor. Su sentido de la perspectiva y el empleo de la luz son tan buenos como pudiera desearse. Influenciado por los maestros de la Historia del Arte, él habla, por ejemplo, de la relación presente entre el uso del paisaje y el horizonte de Tiziano y su propia obra. En sus lienzos, tanto en los monumentales como en los más pequeños (y alguno de ellos son bien monumentales), el horizonte es tentador, invitando al receptor a introducirse en la escena, pero a la vez es engañoso. “El horizonte es un buen punto de vista”, explica Campins, “para mí, el horizonte no es real, es una ilusión, puedes acercarte pero nunca alcanzarlo, eso lo convierte en un interesante punto de vista”.

Aun cuando él pudiera declarar otras influencias artísticas, el estilo y visión de Campins son evidentemente propios, únicos. ¿Y cómo podrían no serlo? Formado por las experiencias vividas en una isla aparentemente desincronizada; conocida por su diversidad cultural (construida por la influencia española, africana, francesa y asiática), Cuba es un lugar curioso. Como resultado, las pinturas de Campins pueden ser catalogadas de “evocadoras” y “atemporales”. Para ser un artista con tanto ojo para el detalle, conserva aún un sentimiento de espontaneidad y aprovechamiento en las pinceladas y en las deliberadas manchas de pintura, aparentemente al azar, que acaban interrumpiendo la Tierra o el cielo en sus cuadros. Su obra constituye una invitación a observar esos lugares sombríos y de mal presagio que pueden ser fácilmente pasados por alto por el ajetreado transeúnte, incluso una vez visto que estos realmente están contigo. Asimismo, el artista muestra que el cambio no es necesariamente lineal, su obra me recuerda el poema “Time XXI”, de Khalil Gibran: “But if in you thought you must measure time into seasons, let each season encircle all the other seasons, And let today embrace the past with remembrance and the future with longing” (“Pero si en tu pensamiento debes medir el tiempo en estaciones, deja que cada una agrupe todas las demás, y deja que el hoy abarque el ayer con remembranza y el futuro con añoranza”). En sus pinturas, Campins abarca lo que fue, lo que pudiera ser, y todos los sentimientos comprendidos en ese intermedio.

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